El Perfume de las Flores inunda el aire, el Renacer de la Naturaleza es evidente, el Frío invierno ya ha quedado atrás: estamos en Mayo, el Mes de María por Excelencia con sus colores y sus hermosos Perfumes.
Entre estos, el perfume de las Rosas es sin duda el más sugestivo. De hecho, mayo es el Mes de las Rosas, símbolo de Renacer y de Femineidad. El quinto mes del año, que deriva etimológicamente del latín Maius en honor de Maya, nace como celebración de la Divinidad Maya, la Diosa de la abundancia y de la Fertilidad, es decir, la Gran Madre Tierra.
Así, el mes de Mayo se convierte en la ocasión para celebrar la Vida, el Nacimiento, la Femineidad. Por lo tanto, no es una casualidad que, con el paso del tiempo, la Maternidad y el Renacer hayan sido asociados a la Madre de las Madres, la Virgen María. Una asociación inseparable desde hace siglos ya, entre Mayo y el Mes de María, que nace de la enseñanza ofrecida por San Felipe Neri a sus jóvenes en la Roma del siglo XVI.
El Santo enseña a embellecer y adornar con Flores, en especial con Rosas, las imágenes de la Virgen María como símbolo de devoción. Ofrecer Rosas a la Virgen no es un gesto casual. Esta hermosa costumbre encuentra terreno fértil en el Cristianismo, pero sus raíces se remontan a mucho antes.
Los Celtas ya tenían la costumbre de festejar la Vuelta de la Primavera, es decir, de la Vida, la noche del 30 de abril al 1º de Mayo. Para ello, recogían árboles y flores en los bosques para adornar sus cuerpos, a sus familiares y sus casas. El ritual de recoger flores incluía, a menudo, el Cortejo por parte de los Jóvenes hacia las Muchachas que, a veces , llevaba a encuentros amorosos y matrimonios en el inminente verano o en el siguiente otoño.
Mientras los Celtas celebraban Beltane, los Romanos, por su parte, festejaban la Primavera y el Mes de Maya celebrando a la Diosa Flora. Floralia, una fiesta bastante rústica y sencilla, sucesivamente se convirtió en ocasión para dar rienda suelta al desenfreno y a representaciones escénicas algo picantes muy amadas por el pueblo Romano. Fue justamente ese desenfreno unido a comportamientos inmorales de los Estudiantes lo que llevó a la Iglesia a instaurar Mayo como el Mes de María en el siglo XVI.
«La Flor de las Flores, Dama de las Damas, Señora Única, Luz de los Cielos...» encuentra en Mayo el mes de máxima devoción. María, del Hebreo Señora y Madre afligida por la Muerte del Hijo, se convierte en portadora de Luz.
Y el Papa Francisco, a sabiendas de todo esto, no habría podido elegir un mes más apropiado para dar comienzo a esta maravillosa iniciativa que deseamos compartir con vosotros. Desde el Primero de Mayo y hasta fin de mes, todas las tardes a las 18:00 horas, Francisco invita a todos los fieles del Mundo a unirse, a pesar de la distancia, para rezar el rosario dedicado a la Santa Virgen, con la Esperanza de llevar Luz en un momento oscuro a raíz de la Pandemia.